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Vamos a la guerra

Todo proceso judicial es como un examen. Salvo por un pequeño matiz. En un examen tienes segundas y terceras oportunidades. Pero a raíz de una sentencia judicial, nuestra vida puede cambiar drásticamente.

Recientemente he tenido que acudir en distintas ocasiones al juzgado, ya sea como perito o como testigo. En todas ellas siempre he podido observar lo mismo. Personas en el pasillo esperando a que llegara la hora de entrar en sala para que terceras personas, teóricamente más instruidas en la materia, decidan sobre su vida. Personas intentando controlar su estado anímico con conversaciones banales y risas forzadas mientras alguno de sus acompañantes intenta frustradamente hacerles reír. Personas fingiendo que todo va bien mientras están aterradas por lo que pueda pasar una vez se inicie el juicio.

Da igual en la parte en la que estés. Si formas parte de la defensa o de la acusación. Siempre se teme el resultado. Y siempre se temen a esas personas que te analizan desde sus asientos, con sus togas negras, mientras tú estás de pie frente a ellos intentando que no te tiemble la voz mientras contestas a sus preguntas.

La despersonalización es de igual forma una tónica en muchas salas de los juzgados. No hablo de su señoría, letrados o peritos. Ellos tienen cargo, nombres y apellidos. Me refiero a las partes implicadas, a las personas sobre las cuales se deben tomar decisiones sin que su opinión y su discurso importen para mucho. En ocasiones es escuchado, pero en otras hay decisiones tomadas de antemano sin que importen las consecuencias, solo por simple comodidad, estereotipo o cliché. Aquí eres un caso más. Eres un expediente que archivar en la mayor brevedad posible para que no aumente la saturación de la sala. Aún más si cabe. Desgraciadamente, de estos hay algunos.

Todas estas cuestiones, con las que muchos seguramente os sentiréis identificados, son las que hacen que ir al juzgado sea como ir a la guerra. Una batalla que luchar pero de la que nunca sabes el resultado de antemano. Aumentará tu ansiedad, te costará dormir los días previos… puedo contar muchas posibles consecuencias de tener que pasar por un proceso así. No tengo fórmulas mágicas. Qué más quisiera. Pero si puedo dejaros algunos consejos por si tenéis que acudir a un juicio como parte implicada:

1. Haz algo que te entretenga la tarde anterior al día del juicio. Intenta pensar en otra cosa. El trabajo ya está hecho. Ahora relájate como mejor te guste y con quien te apetezca. Si hay algún momento en el que puedes reír a carcajadas, verás cómo saldrás ganando.

2. Cánsate el día anterior. Tómate una infusión relajante antes de ir a dormir. Hazlo como quieras (mejor abstenerse de tomar pastillitas), pero duerme. Necesitas ir descansado y con la mente clara.

3. Nunca vayas solo. Aunque vayas con testigos, abogado, etc., en ocasiones puedes sentirte solo ya que todos estáis nerviosos por lo mismo y nadie puede ayudar. Ir con una persona externa a todo el proceso puede suponer algunos beneficios para los momentos de espera y posteriores.

4. Sabiendo que puede pasar cualquier cosa, llévate el juicio preparado con tu abogado. Ten claro lo que te van a preguntar y cómo, y no te salgas del guión pactado a no ser que sea estrictamente necesario.

5. No tomes decisiones precipitadas. Medita tus respuestas. Aunque tampoco estés una hora pensando como si quisieras escribir la segunda parte de “El Quijote”.

6. No te enrolles en las respuestas. Contesta única y exclusivamente a lo que te han preguntado sin subirte por las ramas.

7. No te preocupes si la respuesta es un simple “sí” o “no”. Si realmente es lo único que puedes responder, no te amargues por no dar más información. Recuerda que la información es poder, y que dar de más no siempre puede beneficiarte.

8. Piensa que por mucho que lleven toga, etc., etc., son personas. Es cierto que pueden decidir por ti, y eso impresiona, pero son simples seres humanos que van al baño igual que tú. Sino imagínatelos sin ropa interior… verás cómo lo ves de otro modo.

9. Cuando salgas, haya pasado lo que haya pasado en sala, ves a hacer algo que te distraiga con esa persona externa al proceso judicial.

La suerte está echada, y cualquiera puede ser el resultado. Ya llegará con la sentencia. Mientras tanto, no te olvides de vivir.

(Fotografía: «El juicio de Paris«, Peter Paul Rubens)