Papá / Mamá… por odiarte, mira lo que me pasa (III)
¡Hola Resilientes!
Continuamos con la tercera entrega de la saga sobre Síndrome de Alienación Parental, donde hoy os hablaré de todas las consecuencias que tiene el hacer que un niño odie a uno de sus progenitores. Como podréis ver, el asunto no es baladí, ya que a estos menores se les destroza la vida en todos los sentidos posibles.
¿Tiene el SAP consecuencias?
A pesar de haber secuelas tanto para los padres como para los menores, hoy solo nos centraremos en los menores. Por mucho que haya niños que puedan no caer ante las provocaciones de uno de sus padres para emprender una campaña contra el otro, es muy difícil que esto no ocurra. ¿El motivo? Simple. El menor no es consciente de la artimaña a la que le está sometiendo el padre alienador. Él lo único que ve es que uno de sus padres siempre le quiere y le muestra su afecto, y que del otro solo consigue ese cariño cuando hace lo que él quiere. Por tanto lo hará. Y sin querer, poco a poco, esos argumentos calarán en él hasta provocarle serios problemas psicológicos. Entre ellos, los más habituales son:
- Secuelas en el área de relaciones sociales. Debido a que su vida ha sido desarrollada bajo maltrato y coacción es muy probable que exprese su dificultad para establecer relaciones estrechas con sus iguales, tanto de amistad como de afecto, al no manejar de forma correcta el grado de contacto e implicación emocional. También es probable que el menor establezca relaciones en donde adopten un papel de sumisión y que se conviertan en víctimas de violencia en la pareja.
- Consumo y abuso de drogas y alcohol.
- Fracaso escolar, puesto que el menor es incapaz de mantener los niveles de rendimiento académico debido a la situación y al estrés emocional que padece.
- Dependencia emocional. Muchos de los menores que han padecido SAP describen a sus padres en los mismos términos que eran descritos por sus seguidores los líderes de cultos religiosos sectarios. Estos padres requieren devoción extrema y usan una amplia gama de estrategias con la intención de producir dependencia en sus hijos, con lo que hay un importante abandono de la autonomía y un desarrollo cognitivo – afectivo inhibido.
- Deuda emocional, es lo que siente el menor de cara al progenitor alienador por todo lo que éste ha sufrido o se ha sacrificado por él. Por este motivo intentan compensarlo continuamente, pero nunca se llega a satisfacer esa “deuda emocional” impuesta.
- Baja autoestima.
- Sentimiento de culpa.
- Trastornos del estado de ánimo.
- Trastornos de Ansiedad.
- Falta de confianza en él mismo.
- Suspicacia frente a los que le rodean.
- Agresividad, ante el progenitor rechazado que actúa como estímulo discriminativo para la rabia y el odio del menor.
- Aprendizaje de estrategias de manipulación.
- Ingreso hospitalario, en algunos casos en los que se han desarrollado episodios agudos de ansiedad, asma o diversas somatizaciones.
Como puede verse las consecuencias son múltiples y muy variadas, y no necesariamente deben manifestarse todas. Este punto depende del grado de resiliencia del menor. Cuántas más estrategias de afrontamiento, capacidad de adaptación y habilidades para la superación de experiencias traumáticas posea, menos secuelas padecerá. Lo que sí es seguro, es que muchas de ellas se harán visibles en el menor usado para alienar a su progenitor objetivo, dificultándole una correcta adaptación en su día a día y provocándole problemas en todas las áreas vitales.
Como habréis podido comprobar, el SAP no es un tema que pueda tomarse a la ligera, ya que se le impide al niño disfrutar de su propia condición y lo único que se consigue es que pase a la edad con una problemática muy complicada. Así pues, ahora que ya tenéis mucha información plantearos una cosa… ¿Qué haréis si alguna vez os encontráis con esta situación, en vuestras propias carnes o en alguien que conozcáis?
¡Un abrazo a tod@s!